SM el Rey pronuncia un discurso en la primera sesión del tercer año legislativo de la novena legislatura

SM el Rey Mohammed VI pronunció, hoy viernes en Rabat, un importante discurso con motivo de la apertura de la primera sesión del tercer año legislativo de la novena legislatura.
En este discurso, el Soberano puso de relieve el carácter particular de este encuentro, máxime que coincide con la conmemoración del cincuentenario de la fundación del Parlamento marroquí.
SM el Rey aplaudió la iniciativa de los presidentes de las dos Cámaras del Parlamento de conmemorar este aniversario, al elaborar un programa integrado tendente a destacar las principales etapas de la evolución del proceso institucional de Marruecos.
La práctica parlamentaria pluralista en el país es una opción estratégica que abarca medio siglo, y que procede de la fe profunda de Marruecos y de sus fuerzas vivas en los principios democráticos, destaca SM el Rey.
Para el Soberano, el Parlamento marroquí es una memoria viva y un testigo privilegiado de las posiciones decididas que fueron adoptadas por el Reino y de sus luchas por progresar e ir adelante en su trayectoria política.La evolución del proceso institucional en Marruecos, afirma el Soberano, está en permanente renovación, sacando partido de las acumulaciones positivas de la práctica representativa, a escalas nacional y local, que no dejan de ser complementarias.
El mandato parlamentario, es ante todo, una representación de la Nación, una misión nacional suprema y no una renta política, explica el Soberano.
Así, SM el Rey llamó los parlamentarios a valorar la magnitud de esta carga considerable que exige sacrificio y abnegación, así como un patriotismo sincero y un elevado sentido del deber en el cumplimiento de sus responsabilidades.
Para el Soberano, la actual legislatura es considerada como una legislatura fundadora, durante la cual todas las leyes orgánicas deben ser adoptadas.
A este respecto, SM el Rey recomendó a los parlamentarios adoptar una gestión participativa lo más amplia posible, al igual que la que caracterizó la adopción de la Constitución, durante la elaboración y la adopción de estas leyes orgánicas.
Lo más importante no es solamente la cantidad de leyes adoptadas, sino también y sobre todo la calidad legislativa de estas leyes, recalcó el Soberano.
En el mismo orden de ideas, SM el Rey llamó a la adopción del estatuto de la oposición parlamentaria, para que pueda cumplir con su papel de control de la acción gubernamental, de formulación de una crítica constructiva y presentación de propuestas y alternativas realistas, al servicio de los intereses superior de la Nación.
En segundo lugar, el mandato municipal, local o regional es todavía más importante en la realidad política nacional, en la medida en que está vinculado a la vida cotidiana de los ciudadanos que eligen a las personas y a los partidos que están llamados a gestionar sus asuntos cotidianos, subraya SM el Rey.
En efecto, agrega el Soberano, incumbe a los consejos municipales asumir la gestión de los servicios básicos que necesita el ciudadano cada día. El gobierno, en cuanto a él, se encarga de elaborar las políticas públicas y los planes sectoriales, y velar por su puesta en marcha.
En la realidad, se constatan inmensas variaciones entre los niveles de la gestión de los asuntos locales y regionales, dice el Soberano, para añadir que si varias colectividades territoriales se benefician de un modelo de gestión razonable, otras padecen desgraciadamente de una gestión defectuosa por parte de las instancias electas.
En el caso de Casablanca, por ejemplo, la transformación de esta ciudad en un hub financiero internacional exige en primer lugar y ante todo unas infraestructuras y servicios básicos que respondan a las normas mundiales.
Asimismo, requiere la consolidación de las normas de buena gobernanza, la creación de un marco jurídico apropiado, la formación de recursos humanos altamente cualificados y la adopción de técnicas y métodos de gestión modernos, subraya SM el Rey Mohammed VI.
Desgraciadamente, indica el Soberano, Casablanca no reúne todos estos logros, a pesar de los grandes esfuerzos en materia de equipamientos y de inversión, sobre todo en cuanto a la modernización urbana.
Casablanca es la ciudad de las desigualdades sociales más patentes, donde van juntos las categorías ricas y las clases pobres. Es la ciudad de los rascacielos y los barrios de chabolas. Es el centro de finanzas y negocios, pero también de la miseria, del paro y de otros problemas, sin hablar de los residuos que empañan su blancura y su reputación.
En una palabra, el problema que sufre la capital económica se debe esencialmente a un déficit de gobernanza, afirma el Soberano.
Ante las disfunciones que viven varias ciudades, grandes y medianas, y varios centros rurales, el Soberano llama la atención de los partidos políticos a la necesidad de obrar por la emergencia de competencias y élites regionales nuevas, que sean capaces de asumir los asuntos locales, sobre todo a la luz de las amplias atribuciones que confiere la Constitución a las colectividades territoriales, habida cuenta de las perspectivas que abre la regionalización avanzada y de los desafíos que entraña.
SM el Rey incitó también al gobierno y al Parlamento a concretar en hechos las disposiciones relativas a la Región y a las otras colectividades territoriales, y a adoptar los textos jurídicos correspondientes.
Paralelamente, incumbe al gobierno activar la adopción de la carta de descentralización administrativa, ya que esta iniciativa es una de sus competencias, y no requiere sino su voluntad propia, dice el Soberano.
Por otra parte, el Soberano subraya que la importancia de los dos mandatos, parlamentario y municipal, no reside solamente en la buena gestión de los asuntos públicos, por muy importante que sea, pero consiste también en la voluntad de servir los intereses superiores de la nación y defender sus justas causas, especialmente y en primer lugar, la de la integridad territorial de Marruecos.
De hecho, la cuestión del Sahara afrontó este año importantes retos que el Reino pudo ganar gracias a la fuerza de su posición y a la legitimidad de su causa.
Sin embargo, no se debe contentarse con ganar esta batalla, ni dejarse llevar por un optimismo plácido, subraya SM el Rey.
En efecto, se constataron disfunciones en la manera de abordar la primera causa nacional, a pesar de las iniciativas serias de algunos parlamentarios, pero que permanecen, a pesar de todo, insuficientes.
Lo que es susceptible de animar a nuestros adversarios a pasar a la velocidad superior en sus maniobras para perjudicar al país, indica el Soberano.
Esto se debe al hecho que la mayoría de los actores no se movilizan con fuerza sino en caso de peligro inminente que amenaza la integridad territorial de Marruecos.
En lugar de esperar los ataques de los adversarios para repelerlos, hay que llevarlos a la defensiva, tomando la delantera, anticipando los acontecimientos y respondiendo a los mismos de manera positiva.
Efectivamente, la cuestión del Sáhara no es solamente responsabilidad del Rey, sino también es la causa de todos y de cada uno: instituciones del Estado, el parlamento, consejos electos y todos los actores políticos, sindicales y económicos, las organizaciones de la sociedad civil, los medios de comunicación y el conjunto de los ciudadanos.
Entonces, hay que recordar una vez más que la fuente de fuerza de Marruecos, en la defensa de su Sáhara, reside en la unanimidad de todos los componentes del pueblo marroquí alrededor de sus valores sagrados.
La situación es difícil, subraya SM el Rey para añadir que nada es decidido todavía. Las maniobras de los adversarios de la integridad territorial de Marruecos no van a parar; lo que podría poner la causa nacional ante evoluciones decisivas.
Por consiguiente, SM el Rey exhortó a todos -una vez más- a una movilización fuerte, una vigilancia permanente e iniciativas eficaces, a niveles interno y externo, para contrarrestar a los enemigos de la Nación dondequiera que se encuentren, y para desbaratar las estratagemas ilegítimas a las que recurren.
Frente a esta situación, indica SM el Rey, incumbe de ahora en adelante al Parlamento elaborar un plan de acción integrado y eficiente, basado en todos los instrumentos de trabajo parlamentario, con el fin de proseguir la defensa de la integridad territorial del Reino, dejando a un lado los antagonismos entre mayoría y oposición.
Asimismo, incumbe a los miembros del Parlamento y de los consejos electos locales y regionales, sobre todo en las provincias del Sur, asumir plenamente sus responsabilidades como representantes de los habitantes de la región y su deber de oponerse a los enemigos de la Patria.
Como representante supremo del Estado, símbolo de la unidad de la Nación, el Soberano afirma que no escatimará ningún esfuerzo, a todos los niveles, para preservar la integridad territorial, la soberanía y la estabilidad del Reino, fuerte de la unanimidad del pueblo fiel y de los esfuerzos conjugados de todos sus componentes.