Discursos Reales

SM el Rey dirige un discurso a la Nación con motivo del decimoctavo aniversario de la Fiesta del Trono

SM el Rey Mohammed VI dirigió, hoy sábado, un discurso a la Nación que coincide este año con el decimoctavo aniversario de la entronización del Soberano.

He aquí el texto íntegro del discurso Real:

"Loor a Dios, la oración y el saludo sean sobre nuestro señor Enviado de Dios, su familia y compañeros,

Querido pueblo,

En el día de hoy tiene lugar el decimoctavo aniversario de la gloriosa Fiesta del Trono, dentro de un contexto nacional abundante en logros y retos.

He aquí una efemérides anual para la renovación de los vínculos de recíproca pleitesía que nos une, que también nos permite constatar la situación de la Nación. 

Los proyectos de desarrollo y las reformas políticas e institucionales, que llevamos a cabo, tienen un único objetivo, a saber, el servicio del ciudadano, esté donde esté. No hay diferencia entre el Norte y el Sur, ni entre el Este y el Oeste; tampoco la hay entre los habitantes de las ciudades y de las aldeas.

Es verdad que las posibilidades de Marruecos son limitadas; también es verdad que numerosas zonas necesitan más servicios sociales básicos.

Ahora bien, Marruecos, gracias a Dios, conoce un constante desarrollo. Este progreso se halla a la vista y es concreto, en los distintos ámbitos, y todo el mundo lo reconoce.

Sin embargo, actualmente estamos asistiendo a unas clamorosas disparidades, difíciles de comprender o de admitir.

Así pues, en la misma medida en que Marruecos goza de una credibilidad a escala continental e internacional y de una consideración de nuestros socios, así como de la confianza de los grandes inversores, como pueden ser "Boeing", "Renault" o "Peugeot", nos chocan por otra parte el balance y la realidad de las discretas realizaciones registradas en algunos ámbitos sociales, al punto de que resulta avergonzante decir que tienen lugar en el actual Marruecos.

En este sentido, si hemos logrado el éxito en numerosos planes sectoriales, como la agricultura, la industria y las energías renovables, no obstante, los programas del desarrollo humano y territorial, que tienen un efecto directo sobre la mejora de las condiciones de vida de los ciudadanos, no nos honran y permanecen por debajo de nuestras ambiciones.

Ello se debe fundamentalmente, en numerosos dominios, al bajo nivel de la acción común, y a la ausencia de la dimensión nacional y estratégica, así como a la incompatibilidad que sustituye la coordinación y la coincidencia, además de la depreciación y demora, que suplantan la iniciativa y la acción concreta.

Tales disparidades se acentúan más todavía entre el sector privado, marcado por la eficacia y competitividad gracias a un modelo de gestión basado en mecanismos de seguimiento, control e incitación; y el sector público, particularmente la administración pública, que padece deficiencia de gobernanza y escasa rentabilidad.

El sector privado atrae a los mejores cuadros formados en nuestro país, y que hoy contribuyen en la administración de las grandes sociedades internacionales en Marruecos, así como de las pequeñas y medianas empresas nacionales.

Mientras que muchos funcionarios públicos, carecen de la competencia y ambición necesarias, no siempre los mueve el espíritu de responsabilidad.

Algunos de ellos pasan pocos momentos dentro de la sede de su trabajo y prefieren contentarse con un sueldo mensual seguro, a pesar de su insuficiencia, en lugar de desplegar esfuerzos para medrar socialmente.

Entre los problemas que obstaculizan el desarrollo de Marruecos figura el bajo nivel de la administración pública, tanto en lo que se refiere a la gobernanza como al nivel de eficiencia y calidad de los servicios prestados a los ciudadanos.

Por ejemplo, los centros regionales de inversión, con la excepción de uno o dos, se consideran como un problema y un escollo ante la operación de inversión en lugar de constituirse en instrumento incitativo y de solución de los problemas de los inversores a escala regional, para no tener que acudir a la administración central.

Ello repercute negativamente en las zonas que acusan escasez o incluso ausencia de inversiones privadas, así como un bajo nivel de rentabilidad del sector público; lo que influye sobre las condiciones de vida de los ciudadanos.

Así pues, las zonas que carecen de la mayor parte de los establecimientos y servicios sanitarios, educativos y culturales, así como de las oportunidades de empleo, plantean dificultades mayores y necesitan más conjunción de esfuerzos a fin de cubrir las deficiencias y carencias, y poder incorporarse al tren del desarrollo.

Por el contrario, las regiones que registran una actividad intensa del sector privado, como Casablanca, Rabat, Marraquech y Tánger, viven al ritmo de una actividad económica fuerte que proporciona riqueza y oportunidades de empleo.

Con el fin de acabar con este problema, el gobernador y el alcaide, el director y el funcionario, el responsable comunal y los demás, deben trabajar, lo mismo que los cuadros del sector privado o más todavía, con un espíritu de responsabilidad y métodos que honran a la administración y generan resultados concretos, ya que son depositarios de los intereses de las personas.

Querido pueblo,

Nuestras opciones de desarrollo, son por lo general acertadas. Sin embargo, el problema radica en las mentalidades que no han cambiado y en la capacidad creativa y de aplicación.

La evolución política y de desarrollo, que conoce Marruecos, no ha producido un efecto positivo sobre el comportamiento de los partidos y responsables políticos y administrativos con las aspiraciones y verdaderas preocupaciones de los marroquíes.

Efectivamente, cuando se dan resultados positivos, los partidos, la clase política y los responsables, se precipitan hacia el frente de la escena a fin de sacar rédito político y mediático de los logros realizados.

Sin embargo, cuando las cosas no funcionan como es debido, se escuda detrás del Palacio Real atribuyéndole todas las cosas.

Esto es lo que lleva a los ciudadanos a recurrir al Soberano del país, quejándose de las administraciones y responsables que tardan en responder a sus reivindicaciones y tratar sus expedientes, y rogándole intervenir para resolver sus asuntos.

El deber requiere que los ciudadanos reciban respuestas convincentes, dentro de plazos razonables, en torno a sus interrogantes y quejas, y con las necesarias explicaciones de las causas y motivaciones de las decisiones, aunque fuera una decisión de rechazo -que jamás debe darse sin justificación legal- por contradecir la ley o porque el ciudadano no se haya atenido a la reglamentación vigente.

Ante tal situación, el ciudadano tiene el derecho de preguntarse: ¿para qué sirve tener instituciones, organizar elecciones, nombrar gobierno, ministros, walís, gobernadores, embajadores y cónsules, si éstos viven en un mundo y el pueblo, con sus preocupaciones, en otro?

Las prácticas seguidas por algunos responsables electos, llevan a un determinado número de ciudadanos, particularmente jóvenes, a abstenerse de participar en la acción política y tomar parte en las elecciones.

Porque simplemente no confían en la clase política, y porque algunos actores han desvirtuado la política y la desviaron de su noble esencia.

¿Y si ahora al Rey de Marruecos no le convence la manera de ejercerse la política y no confía en una serie de políticos, qué más puede hacer el pueblo?

A todos aquellos quiero decir: "¡ya basta!" (¡baraka!), ¡Temed a Dios en lo que a nuestra patria concierne…! ¡Desempeñad completamente vuestras funciones, o retiraros! Marruecos tiene a sus mujeres y hombres íntegros.

Ahora bien, esta situación no debe durar porque se trata de los intereses de la Nación y de los ciudadanos. Yo mido mis palabras y sé lo que digo… ello emana de una profunda reflexión.

Querido pueblo,

La responsabilidad y el honor de servir al ciudadano se extienden desde el hecho de responder a sus reivindicaciones más simples hasta la realización de los proyectos, ya sean pequeños, medianos o grandes.

Y como siempre digo, no hay diferencias entre proyectos pequeños y proyectos grandes, porque los proyectos tienen por objetivo responder a las necesidades de los ciudadanos.

Así pues, el proyecto puede corresponder a un barrio, a un aduar, a una ciudad o a una región, o puede interesar al país entero; en todos los casos tiene el mismo objetivo, a saber, el servicio del ciudadano. Para mí, excavar un pozo, por ejemplo, o construir una presa, tienen la misma importancia para los habitantes.

¿Qué significa responsabilidad, si el que la ostenta carece de las condiciones mínimas que en ello se requiere, es decir, escuchar las preocupaciones de los ciudadanos?

Personalmente no comprendo cómo puede un responsable que no cumple con su deber, salir de su casa, subirse en su coche, detenerse en el semáforo, y mirar a la gente, sin pudor alguno, sabiendo que ésta conoce que es alguien sin escrúpulos.

¿Acaso no se les cae la cara de vergüenza, cuando se sabe que han prestado juramento ante Dios, ante la patria y ante el Rey, y luego no cumplen con su deber?¿Acaso no procede pedir cuentas a cualquier responsable cuando se demuestra que ha faltado a su deber o lo ha incumplido? 

En este sentido quiero insistir sobre la estricta aplicación de las disposiciones del segundo apartado del primer artículo de la Constitución que estipula la vinculación de la responsabilidad con la rendición de cuentas.

Ya es hora de llevar este principio a la aplicación total. Pues, del mismo modo que se aplica la ley a todos los marroquíes, se debe aplicar en primer lugar, a todos los responsables, sin excepción ni distinción alguna, y en todas las partes del Reino.

Estamos atravesando una nueva etapa en la que no hay diferencia entre responsable y ciudadano, en lo que a derechos y obligaciones ciudadanas se refiere, y donde de ninguna manera cabe rehusar la responsabilidad ni huir del castigo.

Querido pueblo, 

Insisto aquí en la necesidad de una aplicación completa y correcta de la Constitución, a la vez que subrayo el hecho de que se trata de una responsabilidad colectiva, que concierne a todos los actores, ya sean gubernamentales, parlamentarios o de los partidos políticos, así como al conjunto de las instituciones, cada cual en su ámbito de competencia. 

Por otra parte, cuando un responsable paraliza o retrasa un proyecto social o de desarrollo por cálculos politiqueros o personales, ello no supone únicamente un incumplimiento de las obligaciones, sino más bien una traición, ya que estaría menoscabando los intereses de los ciudadanos,  privándoles de sus legítimos derechos. 

En este sentido, resulta sorprendente ver a responsables que fracasaron en su labor, considerando que se merecen un puesto incluso más importante del que ocupaban anteriormente.

Este tipo de comportamientos y disfunciones alimentan la idea comúnmente admitida por los marroquíes, de que la carrera por los puestos, no tiene otro propósito sino vivir de la renta y abusar del poder y de la influencia.

La existencia de ejemplos vivos y concretos, lamentablemente induce a la gente a creer en la veracidad de esta tesis. 

Mas esta situación no se aplica, gracias a Dios, a todos los responsables administrativos y políticos, ya que hay personas honradas que guardan un amor sincero hacia su patria, conocidas por su integridad, probidad y compromiso al servicio del interés general.

Querido pueblo, 

Los acontecimientos que viven algunas zonas han puesto de manifiesto, lamentablemente, una inédita ausencia de espíritu de responsabilidad.

En lugar de que todas las partes cumplan con su deber nacional y profesional, en un ambiente dominado por la cooperación y conjunción de esfuerzos, a fin de solucionar los problemas de los habitantes, constatamos que la situación acaba rodando entre los diferentes actores, convirtiéndose en una ocasión para lanzarse mutuas acusaciones, mientras los estrechos cálculos políticos hacen acto de presencia, la Nación se ausenta y los intereses de los ciudadanos se pierden.

Algunos partidos creen que su labor se limita únicamente a la celebración de sus congresos, reuniones de sus mesas políticas y comités ejecutivos, o a la participación en las campañas electorales. 

Pero cuando se trata de comunicar con los ciudadanos y solucionar sus problemas, desaparecen y no desempeñan ningún papel. Esto es inaceptable de la parte de instancias cuya misión consiste en representar y encuadrar a los ciudadanos así como servir sus intereses. 

Nunca habría pensado que la lucha partidista y el ajuste de cuentas politiqueras, podrían llegar al extremo de perjudicar los intereses de los ciudadanos. 

La gestión de los asuntos públicos ha de permanecer alejada de los intereses individuales o partidistas, así como de los discursos populistas y del uso de algunos términos extraños que dañan la acción política. 

Hemos constatado que la mayoría de los actores privilegian la lógica de la ganancia y pérdida, con el fin de preservar o afianzar su capital político, en detrimento de la Nación y a riesgo de agravar la situación. 

El hecho de que los partidos políticos y sus representantes hayan dejado de desempeñar el papel que les corresponde, de manera deliberada y premeditada en algunos casos, y por falta de credibilidad y celo patriótico, en otros, ha contribuido a la agravación de la situación.  

Ante este lamentable y grave vacío, las fuerzas públicas se han encontrado cara a cara ante la población, asumiendo su responsabilidad con total valentía, entereza y contención, en el seno del respecto de la ley, con el fin de preservar la seguridad y estabilidad. 

Me refiero a Alhucemas, aunque lo que allí ha sucedido puede ocurrir en cualquier otra parte. 

Contrariamente a lo que algunos sostienen, acerca de recurrir a lo que denominan enfoque securitario, como si Marruecos estuviera encima de un volcán, o como si toda casa y todo ciudadano tuviera un policía vigilándole.

Incluso hay quien habla de la existencia de una corriente radical y de otra moderada, que no se ponen de acuerdo acerca de la manera de tratar estos acontecimientos. Esto es absolutamente erróneo.

En realidad, existe una sola tendencia y un compromiso firme, consistentes en la aplicación de la ley, el respeto de las instituciones, la garantía de la seguridad de los ciudadanos y la preservación de sus bienes.

Los marroquíes saben que quienes plantean esta idea obsoleta, sólo buscan el lucro, y que sus palabras carecen de toda credibilidad.

Como si los servicios de seguridad fueran los responsables de administrar los asuntos del país y controlar a los ministros y responsables, y como si fueran ellos también los encargados de fijar los precios, etc.

Los cuerpos de seguridad, en cambio, consienten grandes sacrificios y trabajan día y noche, en condiciones difíciles, con el fin de cumplir con su deber de salvaguardar la seguridad y estabilidad del país, interior como exterior, velando por el bienestar, sosiego y seguridad de los ciudadanos.

Los marroquíes tienen el derecho, o incluso la obligación, de enorgullecerse de su servicio de seguridad. Lo digo sin ninguna vacilación ni complejo de inferioridad: si algunos nihilistas no lo quieren reconocer así, o rechazan decir la verdad, ello será un problema que sólo les atañe a ellos.

Querido pueblo, 

El modelo institucional marroquí forma parte de los sistemas políticos avanzados.

Sin embargo, la mayor parte del mismo se podría considerar como letra muerta. La cuestión está en llevarlo a la realidad. 

En efecto, velo totalmente por el respeto de las competencias institucionales y la separación de poderes. 

Pero si los responsables faltan a su deber, dejando los asuntos de la Nación y de los ciudadanos expuestos a perderse, mis funciones constitucionales me obligan a garantizar la seguridad y estabilidad del país, así como a preservar los intereses, derechos y libertades de las personas.

Asimismo, no podemos ceder en absoluto con respecto a los logros democráticos, como tampoco toleraremos ninguna obstaculización al trabajo de las instituciones, ya que la Constitución y la ley son claras y las competencias no necesitan ninguna interpretación.

Todo responsable ha de ejercer sus competencias, sin esperar la autorización de nadie. Así pues, en vez de justificar su incapacidad repitiendo el disco de que “no me permiten hacer mi trabajo”, mejor les conviene presentar su dimisión, que nadie se la impedirá.

Marruecos debe colocarse por encima de todo: de los partidos políticos, de las elecciones y de los cargos administrativos.

Querido pueblo, 

Me enorgullece servirte y así lo haré hasta el último momento de mi vida, porque he sido educado sobre el amor a la patria y el servicio de sus hijos.

Ante Dios te hago la promesa de que seguiré desplegando una labor sincera y respondiendo a tus reivindicaciones, con el fin de hacer realidad tus aspiraciones.

Permíteme expresarte mis sinceros sentimientos y todo cuanto íntimamente siento, después de estos dieciocho años en los que he asumido la responsabilidad de dirigir tus destinos.

Efectivamente, no puedo ocultarte algunas cosas que tú bien conoces, y he de decirte la verdad, porque de lo contario sería injusto contigo.

Habrás observado, querido pueblo, que no he hablado de la cuestión de nuestra integridad territorial, ni de África o de las demás cuestiones de política extranjera.

Obviamente, la cuestión del Sahara marroquí es indiscutible y sigue encabezando nuestras prioridades.

No obstante, lo que hoy queremos realizar, en todas las regiones de Marruecos, es tu nueva marcha; la marcha del desarrollo humano y social, de la igualdad y la justicia social, que concierne a todos los marroquíes, ya que no se puede realizar una marcha en una determinada zona, sin hacer otro tanto en las demás.

Podemos instaurar el modelo de desarrollo más eficiente y los mejores planes y estrategias, pero si no: 

• cambiamos las mentalidades, 

• no contamos con los mejores cuadros en la administración,

• si los partidos políticos no eligen las élites más habilitadas para administrar los asuntos públicos, 

• y en ausencia del espíritu de responsabilidad y de compromiso nacional, 

no conseguiremos la vida libre y digna que aspiramos realizar al conjunto de los marroquíes.

Tras escuchar este Discurso, no quiero que pienses, querido pueblo, que soy pesimista.

Todo lo contrario... bien sabes que soy realista y que digo la verdad, por dura que sea.

Además, el pesimismo es la falta de voluntad y la ausencia de horizontes y de una visión verdadera de la realidad.

  Nos anima, gracias a Dios, una voluntad fuerte y sincera, a la vez que disponemos de una visión clara y de largo alcance. Sabemos muy bien quienes somos y adónde nos dirigimos.

A través de su ancestral historia, Marruecos ha conseguido superar los diferentes escollos, gracias a Dios, merced a la fuerte cohesión entre Trono y Pueblo.

  Henos aquí hoy efectuando avanzados pasos en los diferentes ámbitos, aspirando con confianza y determinación a conseguir mayores logros y realizaciones. 

 Dijo Dios el Altísimo: “Dios os manda que devolváis los depósitos a sus dueños, y cuando juzguéis entre los hombres, que juzguéis con justicia”. (Sagrado Alcorán)

Wassalamou alaikoum warahmatoullahi wabarakatouh".